Cosas de la emoción, cuando llegamos a Chiloé, no sabíamos que Castro estaba tan lejos del canal de Chacao, una hora y media después al fin pisamos tierra de nuevo. Tierra Austral.
Y allí estaban todos, fue tan lindo encontrar esas caras conocidas y esos gestos que reconoces al otro lado del mundo. Emoción e ilusión, un «te prometí que vendría a verte» y la sensación clara de que es realmente increíble como giran las cosas. Mirarse a la cara y soltar la lágrima furtiva. Alegria con música y aleteos a mil por hora.
Para comenzar con ganas nos llevaron a comer a las cocinerias de Dalcahue. Pueblo de indios nativos y hoy un centro al lado del mar donde la vida fluye lenta y pausada.
Las cocinerias es una especie de mercado donde se cocinan productos frescos manufacturados por las señoras de la zona.Cada una desde su pequeña cocinita te ofrece uno o dos deliciosos platillos de cocina tradicional chilota.
Además, al lado está el mercado tradicional de Dalcahue, donde podemos encontrar productos que realizan los artesanos/as de la zona. Lana de oveja chilota en forma de jerseys, vestidos, calcetines y gorros, madera, bebidas….
Hay muchos productos a cada cual más bonito, también se fabrican muchas cosas de caña de una planta que no recuerdo su nombre, pero lo mejor, son los pajarines…
La primera impresión de Chiloé es que aquí se vive la tranquilidad y el equilibrio con el medio. Ejemplo son los palafitos, casas que se construyen sobre el mar, respetando sus ritmos. Serenidad del sur del mundo…
Aquí tienes la constante sensación de que la mayoría de las personas son autosuficientes, de que la naturaleza provee y los humanos toman lo justo y necesario. Colores y rayos de sol de verano, el mejor tiempo para darle alegria a un barco, el barco que sirve para alimentar a la familia. Con cariño y sutileza, como debe ser.
Al concluir la faena, la familia y los amigos se reúnen en la playa, y conversan sobre cómo ha ido el día, sobre cómo será mañana, sin preguntar por el siguiente.
A las pocas horas de pisar esta isla, la sensación es tan buena que ya se que me gustaría regresar algún día. Las sonrisas de mi compañera hada son muy importantes aquí. Llegar hasta casi el fin del mundo y que reciban así, bien merece un aleteo de pajarines desbocados.
Me encanta la luz y los colores…
En Chiloé hay, además, 17 iglesias de madera que son patrimonio de la humanidad, la de Dalcahue es una de ellas. Se transportó desde otra isla, como un regalo ya que acá no había ninguna. Una gran labor en la que colaboró todo el pueblo. Este es uno de los rasgos caracteristicos de la sociedad Chilota, la capacidad para ayudar a tus vecinos. A este tipo de eventos sociales en los que todos colaboran para unirse ante un reto común, acá se le llama minga».
Hoy la iglesía luce hermosa a este lado del mar.
De Dalcahue nos fuimos al campo,a la hermosa casa que mi hada amiga se ha construido en mitad del bosque nativo de Chiloé, en Butalcura.
La casa está construida con amor y enteramente a mano, las manos de mi hada y de su compañero. Es hermosa hermosa. Nada más llegar supe que este era uno de los lugares más bellos donde nunca he osado dormir antes.
Como en Chiloé no hay parques, también se ha construído uno para los pequeños. Todo artesanal. Todo brillos.
El bosque realmente me impresionó. Es una selva fría, con árboles centenarios y plantas que estaban aquí mucho antes que los humanos. Pasamos la tarde caminando y sonriendo, recogiendo verduras del invernadero, preparando una deliciosa cena con las mismas. Al caer la noche el bosque aún brillaba más, los pajarines se alegraban del calor y con la noche vinieron las estrellas, cientos, miles de estrellas de cielo de hemisferio sur, donde como una reina, fulgurante, nos guiaba la Cruz del Sur.
En ocasiones, recorremos miles de kilómetros para encontrarnos con la esencia de lo que somos, tan lejos y tan cerca. Somos únicos.
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